Soledad

18 marzo 2008


Cuando era pequeña siempre compartí mi habitación, primero con mi hermano Jorge y después con mis hermanas. Al principio no me importó, pero llegué a una edad (la del pavo jeje) en que lo único que quería era estar sola, para pensar, para cantar, para tener silencio... así que lo que hacía, los sábados por la mañana, era, con la excusa de que tenía que limpiar la habitación y cambiar las sábanas, encerrarme, poner la radio a todo trapo, y escribir o cantar (como mi madre no me dejaba poner pestillo en la puerta, abría un cajón de la cómoda que estaba al lado de la puerta, y como ésta se abría hacia dentro, mis hermanas, por mucho que lo intentasen, no entraban jejeje).

Después, cuando me fui a Fuenlabrada a comprarme el piso, mis amigos no lo entendían: "cómo te vas tan lejos? para comprarte un piso de tres habitaciones? para qué?", y yo intentaba hacerles entender la importancia que tiene para mí tener un espacio propio, una habitación donde guardar mis libros y mis cosas, donde me pueda sentar a pensar o escuchar música... dónde pueda estar sola con mis pensamientos. Y ahora tengo mi cuarto, y cada vez estoy más cómoda allí, sola, escribiendo, pensando... es una soledad acompañada, para conocerme a mí misma. Ultimamente es mi refugio, y me gusta aislarme allí...

Y todo esto ha venido porque una amiga ayer me preguntó toda preocupada si me pasaba algo con ella, porque hacía mucho que no nos veíamos... así que le intenté explicar que últimamente me estaba aislando, que necesitaba estar sola, que necesito pensar...

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