La melodía de las piedras

26 marzo 2008




Hay cosas que sin saberlo, no sueles comentar a la gente.


Esta Semana Santa he estado en Barcelona, recorriendo la ciudad... aspirando el aroma especial de esas ciudades de la costa, que da igual la polución que tengan, siempre huelen diferente.


Pues en Barcelona me he dado cuenta de que hay algo que me apasiona, y que no he comentado a nadie, o casi nadie: la escultura y la arquitectura. No es que no lo haya comentado por nada en especial, no es un secreto, quizá sea por los círculos en los que me muevo, que no solemos hablar de estos temas... (se suele hablar de discos duros, procesadores, pantallas...).


Me gusta la escultura, sobre todo de la antigua Grecia y Roma; hace cosa de un mes estuve en una exposición sobre Roma, e hice algo que nunca se debe hacer en un museo: tocar un busto de Aristóteles (;P). Sentí la necesidad de acariciar el mármol y sentir cómo vibraba, como si la piedra estuviera viva, como si el escultor sólo hiciera unas pocas horas que había terminado su obra y la piedra pudiera gritar por las heridas del martillo y el cincel... y si te concentras y cierras los ojos, puedes sentirlo y verlo... Me maravilla ver cómo de mármol y piedra se pueden obtener las más finas gasas y linos que apenas ocultaban la desnudez de las Venus, los majestuosos ropajes de Minerva (mi favorita) con distintas rocas... las marcas de la vejez en rostros de los sabios de la Antigüedad...


En Barcelona me pasó algo similar: fuí a un par de exposiciones de escultura (la pena es que no se pudieran hacer fotos, porque había guardias en todas las salas) y en cuanto a la arquitectura, es que no tenía ojos suficientes para todas las maravillas que esconde esa ciudad. Reconozco que no tengo ni idea de arquitectura, y sinceramente, tampoco es un tema en el que quiera profundizar, hay cosas que es mejor disfrutarlas tal y cómo el artista te las ofrece: no preguntes ni el porqué ni el cómo, sólo disfruta.


Y me pasó cómo a casi todo aquél que visita Barcelona: que ve la Sagrada Familia, con su exposición de piedras (te cuentan que piedra se usa para cada parte de la Catedral y las características de cada una... ni que decir tiene que las toqué todas...) y el Parque Güell, la Casa Batló... y un montón de tesoros más escondidos por la ciudad, y no puede más que maravillarse por la genialidad de algunos seres humanos, y dar gracias porque hayan compartido esa visión del mundo con nosotros.


Y es que a veces siento que los mármoles, la piedra, las rocas... todo está vivo, y todo vibra... y los escultores lo único que hacen es sacar esa melodía a la luz.... para que todos la disfrutemos.


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