¿Te imaginas ser uno de los últimos hombres o mujeres sobre la faz de la Tierra?, ¿que los pocos supervivientes con los que convives son miembros de tu propia familia?, ¿y si supieras que hay algunos supervivientes más, pero que es prácticamente imposible ponerte en contacto con ellos, y que intentar hacerlo supondría poner tu vida en juego?...
Este es el escenario postnuclear que presenta Pedro Cáceres en su artículo sobre el Oso Cantábrico, en el Mundo (pinchen aquí).
No somos osos, la evolución a hecho que nos sobrepongamos a un instinto reproductor más fuerte que uno mismo... y posiblemente antepondríamos nuestra propia supervivencia a la continuidad de la especie humana... ¿O no? o es que el conocimiento profundo de que somos los últimos haría que nuestros instintos dormidos salieran otra vez a la superficie?
Pues ese instinto de supervivencia, de preservación de la propia especie, la continuidad de la vida, la fuerza de la Naturaleza es lo que ha hecho que un oso se haya jugado la vida para poder reproducirse.
Tal y como comentan en el artículo, en el norte de España sobreviven las dos últimas poblaciones de Oso Pardo Cantábrico (Ursus arctos), la occidental y la oriental, separadas, nada más y nada menos, que por una vía de tren, una carretera y una autopista. El caso del oso cantábrico me recuerda en muchos aspectos al Leopardo Amur, del que ya hablé aquí, que se encuentra en grave riesgo de extinción, acentuado además por una fuerte endogamia debido a que sus poblaciones se encuentran aisladas. La reproducción endogámica es una de las peores cosas que le puede pasar a una especie que ya se encuentra en riesgo de extinción, porque las nuevas crías son más débiles y suelen nacer con defectos genéticos.
Recientemente se han encontrado restos que indican que existen dos nuevas crías de oso cantábrico procedentes de un macho de la población occidental (más numerosa) y una hembra oriental. Una muy buena noticia, y una gran esperanza para la continuidad de la especie. Ojalá se siga trabajando para crear pasillos que comuniquen ambas poblaciones, y que dentro de poco toda la cordillera cantábrica esté llena de oseznos.
La religión del ateísmo
Hace 10 años
3 Comentarios:
Nos empeñamos en encorsetar la vida, en encerrarla dentro de unos límites claros y definidos, pero la vida sigue su curso y se escapa por todas partes, haciendo estallar muros y corsés. El problema es si ese estallido nos coge a nosotros por medio, porque nosotros también formamos parte de la vida y de la Naturaleza, no lo olvidemos.
10 de septiembre de 2009, 9:10Bonita entrada.
Tienes razón Mad... si a la Naturaleza le da por explotar y estamos nosotros en medio... mal rollito ^_^
10 de septiembre de 2009, 13:56Osos,Lobos,Linces... ¿cuantas especies más? quizás sea mejor que desaparezcan a verlas en cautividad.
10 de septiembre de 2009, 20:07Hace dos años visité el zoo de Madrid y en mi vida vi animales más tristes me dije que no volvería más por allí.
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