De un tiempo para acá muchas cosas han cambiado, y gente que había desaparecido de mi vida, o yo había desaparecido de la suya, están volviendo. Y no importa los años que hayan pasado, porque la confianza y la intimidad que había en aquel entonces aún perduran. Y a veces me parece increíble lo profunda que puede llegar a ser una relación, para que resista el tiempo y la distancia de esa forma.
Y es que a veces internet hace magia, y a uno de mis antiguos amigos lo recuperé a través del facebook. Y a partir de una tarde de abril, las cosas han vuelto a ser como hace más de diez años. Cuando la ruptura de nuestro grupo, a causa de la ruptura de su relación, lo mandó todo al garete. Yo me equivoqué en mis decisiones de aquel momento, pero se aprende de todo en esta vida.
Y poco a poco la relación se está recuperando. Y ayer estuvimos hablando de los viejos tiempos... y la intimidad que tenía con él volvió a cobrar la forma de su mano acariciando mi espalda.
En la primera tarde de abril escarbamos para intentar averiguar el porqué de nuestra separación, pero había miles de razones. Los siguientes días nos hemos puesto al día de nuestras vidas, de la mía, de la de los amigos que teníamos en común. Cada una corriendo por un derrotero distinto. Y ayer volvimos a nosotros, a aquello que nos unió en tercero de carrera. A aquello que nos separó.
Ayer le dije: "es que me parece que te despertaba un tremendo instinto de protección..." pero hoy me he dado cuenta de que era al revés: la que se sentía protegida era yo. Y también muy querida.
Ratoncito, creo que he tenido mucha suerte contigo.
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