Máscaras

28 abril 2009


A veces me resulta muy difícil quitarme la máscara. Lo que quiero decir no es que yo sea una persona falsa, o que vaya hablando mal a espaldas de la gente, o cualquiera de las otras acepciones que aparecen en nuestra cabeza cuando decimos que hay gente que lleva una máscara.


Porque a veces esa máscara es una armadura. Para protegerme. Otras veces es una máscara con una sonrisa que esconde un mar de lágrimas. Esta tarde me he dado cuenta de que llevaba varios meses con la armadura puesta, y con la máscara también. Que la armadura y la máscara daban una imagen ficticia de mí, porque lo que había debajo de la armadura y la máscara ya no se sostenían por su propio pie.


La armadura muchas veces también es un dique de contención, y cuando te la quitas parece que todo lo que estaba sujeto se desata, y arrastra todo lo que encuentra a su paso.


Al quitarme la armadura aquello que estaba escondido en el último rincón, lo que no me permití sentir en un su momento, guardado en la caja de una fortaleza inexistente, ha aparecido arrastrando todo a su paso, quitándome el aire y sumergiéndome bajo las aguas... pero el temporal todavía no ha terminado, y volverá otra vez, hasta que no deje nada a su paso.


En uno de sus libros OSHO comenta que todos tenemos nuestras máscaras, y que uno de los problemas de conexión del ser humano es que nuestras relaciones no son verdaderas, porque no interactuamos entre nosotros, sino con nuestras máscaras. Que el miedo lo impregna todo, y ante él nos ponemos una máscara, una y otra vez, siempre la misma o distinta cada vez.


Se pueden contar con los dedos de una mano ante quienes prácticamente nunca he llevado una máscara, ante quienes he demostrado toda la debilidad que tengo y siento, ante quienes me he plantado y he dicho: "así soy, estas son mis debilidades, trátalas con cariño y ayúdame a superarlas... y estas son mis fortalezas, y juntos haremos que sean las de ambos..."



2 Comentarios:

Mad Hatter dijo...

Es cierto, en general todos tenemos miedo a mostrarnos como realmente somos. Pero es debido a los palos que nos han dado, desde muy jóvenes. Es una coraza necesaria en nuestro mundo. Sólo nos quitamos la máscara cuando encontramos a alguien con la suficiente afinidad y sensibilidad como para hacerlo, es algo lógico y muy saludable, no debemos autoflagelarnos por ello.
Eso sí, también es muy sano y necesario poder y saber quitarse la máscara de vez en cuando, porque me parece que hay gente a la que se le ha quedado empotrada en la piel.
Un abrazo cálido y sin armadura.

29 de abril de 2009, 10:26
Cristina dijo...

Gracias Mad, otro abrazo para tí :)

29 de abril de 2009, 18:30