Pero no miento si digo, que aunque no controlo mis miedos, ellos tampoco me controlan a mí. Nos vemos, nos observamos, reconocemos nuestra mutua existencia.
Podría decir que mis miedos son infinitos, tantos como sentimientos bullen en mi interior.
No miento si digo que ahora tengo miedo. Sé que será mi compañero, y sé, que según pase el tiempo, desaparecerá por sí solo. O quizá encuentre una luz, lo ilumine, y el miedo se diluya en la luz.
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