Durante la semana que estuve de vacaciones en Málaga tuve la oportunidad de hacer una visita a Lobo Park (Antequera). Para ser sincera, desconocía totalmente la existencia de un centro de estas características en España, sobre todo si tenemos en cuenta la cultura de miedo al lobo que existe aún en nuestro país.
Lobo Park es un fruto de la iniciativa privada de Daniel Weigend, psicólogo bávaro que ha creado en Andalucía el único refugio (hasta ahora) de lobos en España. En el centro, cuya extensión no llega a las cuatro hectáreas, conviven, por separado, cuatro especies de lobos: Lobo ibérico, lobo tundra de Alaska, Timber canadiense y Lobo europeo, además de tres ejemplares procendentes de cruce entre perros y lobos (práctica prohibida en Europa pero ampliamente difundida en países como EE.UU). En el centro se recogen animales que han perdido a sus progenitores, o como en el caso de los perros-lobo, animales que no han podido ser controlados y amaestrados por sus dueños, y éstos, finalmente, han debido dejarles en este centro de acogida.
Cuando un amigo me recomendó que hiciera una visita al centro, estuvimos hablando de como siendo uno de los países con mayor diversidad en cuanto a fauna y flora de toda Europa, tienen que ser personas de otros países los que tengan que venir aquí a enseñarnos cómo cuidar de los tesoros que tenemos.
Ayer me enteré por la prensa de que en Puebla de Sanabria (Zamora) se va a abrir un centro temático sobre el lobo ibérico para dar a conocer las características de esta especie, protegerlo y, ya de paso, y como no podía ser de otra forma con el ser humano, usarlo como un reclamo turístico más para la zona.
Me gustaría pensar que estamos aprendiendo que el lobo es un animal más, indispensable para mantener el delicado equilibrio en nuestros bosques, también que por fín los ganaderos y pastores han entendido que la única razón por la que el lobo ataca a los rebaños es porque les estamos diezmando sus terrenos de caza, arrancando hectáreas de árboles a los bosques para dedicarlas al cultivo y al pastoreo, haciendo que sus manadas queden aisladas entre sí, e impidiendo que puedan moverse en busca de alimento. Me gustaría pensar que estamos aprendiendo a respetar al lobo, y que todo esto no es sólo una argucia para atraer turistas a la zona.
El último recuerdo que tengo de casa de una de mis abuelas, en Ávila, es el de estar metida en la cama, por la noche, hace casi 27 años, y oir aullar a un lobo...
1 Comentarios:
Entiendo lo que dices, pero me gustaría hacer algunas puntualizaciones.
17 de agosto de 2009, 11:43En el Noroeste peninsular el lobo está en expansión, debido al abandono del campo y al crecimiento de las poblaciones de cérvidos y jabalíes. El problema está en que la poca ganadería extensiva que queda, se hace sin pastor y a veces incluso sin perros, y el ganado doméstico es una presa mucho más fácil que la fauna silvestre. Normalmente se paga a los ganaderos por las reses muertas por el lobo, pero sigue siendo muy inasumible y desagradable para los ganaderos, ya que eso conlleva un alto grado de incertidumbre, por lo que, mientras haya ganaderos (también en peligro de extinción) seguirá habiendo polémica. Aunque creo que sí, que algo estamos aprendiendo.
Un abrazo.
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