Por suerte, o por desgracia, vaya usted a saber, tengo un par de dones. Uno de ellos es el poseer una intución "superdesarrollada" que hace que pueda percibir cosas que a otra gente se le pasarían por alto. Quizá se trate sólo de atención (aunque en mi caso, y dados los antecedes, lo dudo). Tener un don así sirve para intentar ayudarte, y ayudar a los demás, lo mejor que se sepa. A veces tener este don es una maldición, porque acabas intuyendo cosas que sería mucho mejor no saber.
El otro don, y que estoy consiguiendo a fuerza de prestarme atención a mí misma, es darme cuenta de mis patrones inconscientes, e intentar parar aquellos que me acaban haciendo daño. En ese sentido tengo suerte, reacciono rápido e intento corregirlo a la misma velocidad. Así, hoy me he dado cuenta de mi relación con la felicidad, la tristeza y la comida. Sé que tengo un problema: cuando estoy nerviosa, o triste, o angustiada, como, como por comer, por llenar un vacío. Un vacío que no se puede llenar con comida, porque es como un pozo sin fondo.
De lo que no era consciente hasta hoy, y de lo que me he dado cuenta a raíz de la comparación con el día de ayer, es la relación a la inversa: como me comporto en relación a la comida cuando soy feliz. Y va a sonar a burrada: pero ayer no tenía casi hambre para cenar, era tan feliz que no me cabía nada más que la felicidad en el estómago. Hoy ha sido al revés: se ha abierto la boca del pozo sin fondo, y necesitaba llenar ese vacío. Pero se ha hecho la luz y me he dado cuenta, me he parado a tiempo.
Aún tengo que prestarme mucha más atención. Esto es sólo un pasito más. Y quizá debería atar más corto a mi intuición, que corre desbocada...
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