Y el tiempo se detuvo...

09 diciembre 2009

Como hormigas que se mueven frenéticas de un lado a otro nos movemos en Navidad por las calles, rodeados por miles de luces de colores y gingles... todo es rápido, todo corre prisa, todo es aquí y ahora... pero todo esto es sólo por fuera.

Por dentro el tiempo se ha detenido. Contenemos el aliento. Esperamos. En estas fechas siempre esperamos... algo así, como un milagro. ¿Miento? No. Son las fechas de los deseos y los propósitos. De las esperanzas. De recogernos en nosotros mismos... aunque no lo parezca. Por eso es que en los últimos he comprobado (y vivido) algo: hibernamos. Aunque ha hecho un calor de mil demonios, aunque las cigüeñas han vuelto (ya) de su viaje migratorio, aunque el ser humano no necesita hibernar para vivir.  

Mis amigos bloggers escriben menos, mi grupo de trabajo de una de mis aficiones también está parado, yo apenas he escrito... las circunstancias de cada uno son distintas, las historias nos van marcando. Y es como nos dijo Aurora: a veces seguimos un movimiento pendular... y quizá la primavera nos haga salir de nuestro letargo con ganas de volver a salir al mundo. El empujón que necesita el péndulo para volver a moverse.

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