Quererse a uno mismo

27 febrero 2008

Hoy, hablando de fotografía con un amigo, que es medio aficionado-medio maestro en la materia, me he dado cuenta de que eso que decimos muchas veces de: "es que no soy nada fotogénic@, salgo fatal en las fotos", es mentira. Y nos mentimos a nosotros mismos: no es que salgamos mal en las fotos, o que había poca luz, o que el fotógrafo no tuviera ni idea (que todo puede ser) pero en el fondo, lo que nos pasa, es que no nos queremos a nosotros mismos. No vemos la luz que emitimos, el amor, la dulzura, la rabia, la sabiduría que hay dentro de todos nosotros, y que se ve a través de nuestra imagen.
Yo he aprendido a quererme, con mi piel pálida y los ojos verdes, un poco tristes por llevar gafas. Adoro mis pecas, que me salpican por todo el cuerpo, adoro mi boca, capaz de dar los besos más tiernos, decir las más dulces palabras, y gritar de alegría o pena. Adoro mi pelo, a pesar de las canas y ser medio rizado, pero lo quiero porque es mío, porque esas canas son reflejo de lo que he vivido, las preocupaciones, las penas... la herencia de mi madre, soy parte de ella también.
Adoro mis manos, que me acarician y acarician a los demás. Me quiero siendo gordita, y me quiero ahora mientras estoy adelgazando, porque amo mi cuerpo, y le doy lo que me pide y necesita. Me encantan mis pies, que me están llevando a través de un nuevo camino, descubriendo lo que soy, y que me llevan a intuir casi una ínfima parte de lo que puedo llegar a ser. Adoro mis estrías, que son como mis cicatrices de la guerra que luché contra mi misma cuando no me quería, y que estarán ahí para recordarme que una vez no me quise, pero que todo tiene remedio, sólo importa la motivación.
Me encanta mi pecho, mi culo... todo lo que me hace sentirme una mujer, y que hasta hace muy poco no aceptaba ni era capaz de apreciar. Soy un ser precioso.
Todos somos seres preciosos, sólo tenemos que ser capaces de ver la belleza que hay en nosotros, que las arrugas y las canas son símbolo de lo vivido, que estar gorditos o delgados no significa que no valgamos nada, que nuestro cuerpo es nuestro instrumento más valioso, y que debemos cuidarlo y amarlo.

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