- Compañía: cuando somos amigos de alguien es que hay algo en común que nos une, o algo que nos aportamos el uno al otro... desde las risas hasta las lágrimas. Como comenté con mi mejor amigo hace muy poco: las verdaderas amistades se demuestran en los momentos más duros.
- Sinceridad: quizá lo más difícil. ¿Hay que ser siempre sinceros? Yo con esto voy con pies de plomo, la verdad. Creo que la sinceridad puede tener el límite de hacer daño al otro, pero también está limitado en que el otro me haga daño a mí. Cuando de verdad nos abrimos a alguien, o alguien se abre a nosotros, quedamos expuestos a que el otro nos haga daño. Mostramos nuestra verdadera fragilidad (o al menos yo lo hago). La amistad es un riesgo, como cualquier otra relación. Todas tienen sus riesgos. Se puede ser sinceros, y fijar nuestros límites, pero siempre podemos ser cuidadosos con las palabras y con los actos, para minimizar el daño al otro.
- Amor: AMOR con mayúsculas. Ese amor que da todo sin pedir nada a cambio. Un dar sin esperar nada. Es algo que se aprende poco a poco... porque siempre esperamos algo de vuelta a lo que hemos dado. Es la ilusión de ver feliz al otro. De desearle lo mejor. De hacer lo posible para que los demás sean felices. Apoyar y estar ahí cuando las cosas van mal.
Por eso, cuando has dado todo, y no te esperas la puñalada trapera por la espalda, cuesta mucho tiempo desprenderse del dolor. Y por eso, el último principio es el perdón. Que espero encontrar algún día.
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