Gotas de lluvia golpean los cristales,
de una urna que me mantiene atrapada,
todo está seco y muerto a mi alrededor...
fuera, el agua, como salvia de vida,
alimenta y hace crecer plantas,
sueños y esperanzas...
No importa cuánto grite,
cuánto golpee los cristales...
no puedo salir... sólo oigo mi eco...
el silencio...
No consigo recordar cuándo llegué aquí dentro,
pero sí recuerdo palabras no dichas, besos no dados,
abrazos no regalados...
todo comienza a morir a tu alrededor...
intento desesperada buscar la lluvia,
que me limpie por dentro,
que borre mis pecados,
que me devuelva la vida...
y son mis lágrimas de perdón
las que caen al suelo,
un río de libertad y vida que brota de mí...
La religión del ateísmo
Hace 10 años
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