Diamantes

21 marzo 2010


Nacemos de la Madre, en bruto, llenos de tierra y barro, sin forma, y casi sin brillo, sólo sabiendo que bajo el barro se esconde un gran tesoro. La lluvia y las lágrimas nos limpian de ese barro, y nos transformamos en piedras, ya brillantes, pero sin forma, limpios y transparentes unos, de colores otros, pero todos igual de valiosos.

Poco a poco la vida nos va dando golpes, y cada golpe es una nueva faceta, un nuevo aprendizaje, una cara más que relumbrará al sol. Somos la piedra más dura, ni aire, ni agua, piedra o fuego puede dañarnos.

Creyéndonos indestructibles nos olvidamos de que los Diamantes pueden dañarnos, arañarnos, rompernos.

Y esas marcas no se borran nuncan. Pero esas marcas, al igual que los golpes de la vida, son los que nos hacen ser lo que somos. Los que hacen que brillemos en la luz. Y que podamos iluminar la oscuridad.

2 Comentarios:

Kelevra dijo...

Me rindo ante tus metáforas, me he debido quedar clavado en la roca recubierto de tierra y no encuentro el interruptor de la luz, porque no reconozco a esos malvados diamantes.

Solo puedo decir que prefiero ser roca cubierta de arena que piedra preciosa de exposición, que desconfío de las cosas que brillan demasiado y del plumaje del pavo real, y que por si acaso llega el momento y no brillo, me llevaré un casco de minero para esa oscuridad.

23 de marzo de 2010, 2:14
Cristina dijo...

Joseluinik, los diamantes no son malvados (bueno, no todos). Cada uno de nosotros somos un diamante, en bruto unos, tallados otros, pero todos preciosos. Es sencillo. Vamos aprendiendo de los golpes de la vida, y esos golpes nos hacen ser quienes somos. El mayor daño que nos pueden hacer: el daño que nos haga alguien que queremos (otro diamante). Y tú eres un diamante magnífico ;)

Hasta que no conoces la historia de alguien, no podrás conocer sus metáforas (fruto de la ducha de hoy)

23 de marzo de 2010, 13:57