Dependencias

22 marzo 2009

Digamos que me estoy leyendo un libro de medicina, que habla de cómo las dependencias, tanto físicas como mentales, nos afectan en la sociedad que hemos creado. Dependencia al trabajo, a la opinión de los demás, dependencias de unos ideales sociales, físicos y económicos que nos han inculcado desde que éramos pequeños... dependencia de la comida, dependencia de la rutina diaria...

Y digamos que salgo del trabajo con una amiga, y va y me suelta: "hasta este domingo no me había dado cuenta de la dependencia que tengo de mi rutina diaria, y lo mucho que me cuesta romperla y luego me afecta, tanto psíquica como físicamente... aunque disfrute muchísimo haciéndolo".

Voilá. Se hizo la magia... me encanta.

Me encanta darme cuenta de estos pequeños detalles que se ponen en mi camino. Me gusta también darme cuenta de que estoy rodeada de personas que se plantean los mismos temas que yo, aunque la mayoría de las veces sea fráncamente difícil hablar sobre esto ("si lo cuento la gente pensará que soy un bicho raro.. que vaya cosas que se me ocurren").

Dependo del qué dirán, mi madre depende de ello, y mi padre, mi abuela, mis hermanos, mucha gente que conozco... muchos pensamos que los pensamientos de los demás están centrados en nosotros, para bien o para mal. No es así, pero no nos damos cuenta, porque, en el fondo, a veces, nos gustaría que fuera así, que fuésemos tan importantes para los otros, que sus pensamientos fuesen para nosotros. Eso alimenta nuestro ego. Pero, si realmente mis pensamientos, la mayoría de las veces giran en torno a mi propio ombligo, ¿por qué los pensamientos de los demás deberían ser distintos?... darse cuenta de una dependencia así es un paso para su solución, pero ésta no llega más que con una férrea voluntad para cambiar nuestra forma de pensar.

Dependo del trabajo, de una idea de triunfo y éxito valorada en una posición social y económica. En la idea del que más trabaja y se sacrifica consigue su recompensa, una recompensa que al final no llena, está vacía, porque en esa lucha por el triunfo me he dejado atrás lo que más me importa, que, dejémonos de tonterías, soy yo. Y entendamos este "lo que más me importa soy yo", como un egoísmo sano, un "preocuparse por uno mismo, por mis sentimientos, mis sensaciones y mis deseos, como medio para conocerme a mí mismo y obtener lo mejor de lo que pueda dar, tanto a mí mismo como a los demás".

Dependo de la comida, como un escudo protector frente a mi inseguridad frente al mundo. Buscando llenar con la comida un vacío que se debe llenar con amor hacía mí misma, cuidándome, cuidando lo que me rodea, dándome cuenta de que soy importante, de que me merezco todo lo bueno que pueda imaginar y más, al igual que cualquiera.

Dependo del amor mal entendido. De un amor mostrado como atención constante, ansia de un amor que es dependencia hacia mí, y mía hacia los demás. Quizás este sea una de las dependencias más difíciles de romper. A veces, parece que la única solución es romper con todo y aislarse, para aprender a autodepender de uno mismo, y cuando los huecos han comenzado a llenarse, volver a salir al mundo, para seguir llenándonos ayudando a los demás a rellenar los resquicios que queden entre sus vacíos que ya no son tales, y que ellos nos ayuden a nosotros.

Dependo de la idea de que debo ser buena hermana, amiga, madre, compañera y esposa, anteponiendo las necesidades de los demás a las mías, pues es lo que me han enseñado que debo hacer. Y a veces acabas dándote tanto a los demás que ya no te queda nada para darte a tí misma, y el amor que se suponía que dabas se acaba transformando en rencor, por que fuí yo la que no supo parar a tiempo.

Asumir que casi todos, en cierta medida, sufrimos de estas dependencias, es sólo un pequeño paso. Si día a día lo único que queremos es quedarnos en la cama y no levantarnos, no enfrentarnos a nuestro jefe, a la vida que hemos escogido, si tenemos dudas... quizá sea hora de cambiar, arriesgarse y seguir nuestro instinto.

Es difícil encontrar la motivación para cambiar, para asumir nuestros fallos, para hacer algo para cambiarlos, o para buscar ayuda para hacerlo, para seguir adelante con la decisión tomada... todo es cuestión de ser valientes, pero ese valor puede estar atado por todas las cuerdas de nuestras dependencias...

5 Comentarios:

atikus dijo...

Dependemos de demasiadas cosas...que aburrimiento ;)

bss

23 de marzo de 2009, 14:14
Cristina dijo...

Aburrimiento? más que aburrimiento es pura pereza... pero si nos acabamos acostumbrando tanto, acabaremos como los seres humanos de la película de Wall-e (que seguramente tú no habrás visto, no? porque con eso de que es de color y tal jejejeje - es bromita)... que como siempre habían estado sentados en sillas, y de estar en el espacio, ya ni tenían huesos (efectos de la ingravidez) ni casi sabían como se andaba...
A nosotros, creo, se nos está empezando a olvidar lo que significa ser libres realmente.
Un besazo
Pd: y tus piedrecillas rebeldes?

23 de marzo de 2009, 16:53
Paco Becerro dijo...

Todos tenemos muchas dependencias, tanto físicas, como hábitos, costumbres y de todo tipo.

Atikus y yo nos hemos quitado la de la nicotina, pero quién sabe que otras desarrollaremos a cambio.

La autoconfianza y la seguridad, son tan difíciles a veces, que nos agarramos a cualquier cosa.

blogs, por ejemplo.

24 de marzo de 2009, 8:28
Mad Hatter dijo...

La independencia total no existe, siempre dependemos de alguien o de algo para poder vivir.
La libertad consiste en elegir tus propias dependencias.
Tampoco es posible amar a los demás si no te amas primero a tí mismo.
Darse a los demás puede ser algo muy gratificante cuando lo haces porque verdaderamente te sientes mejor con ello, no porque lo consideres una obligación o porque es "lo que se espera de ti".
Una vez más, unas reflexiones muy maduras e interesantes, Arwen.
Un abrazo.

25 de marzo de 2009, 13:07
Cristina dijo...

Si Futblo, a veces nos agarramos a cualquier cosa, pero tanto Atikus como tú habéis superado una dependencia bien difícil, eh? Enhorabuena.

Gracias Mad por tus palabras, me ha gustado mucho la frase de "la libertad consiste en elegir tus propias dependencias". Aún así, dices que el tema lo he tratado con madurez, aunque creo que la verdadera madurez consiste en transformar las palabras en hechos, y eso es lo verdaderamente difícil. Acabo de leer en un mail que me han mandado algo muy relacionado con este tema, y que voy a reflejar ahora en otro post.

26 de marzo de 2009, 11:06