El refugio

10 febrero 2009

El gran disco amarillo vuelve a aparecer lentamente... el cielo empieza a cambiar de color, y de la profunda oscuridad, tenuemente iluminada por la dama blanca, surgen rayos de luz que tiñen el cielo de rosa, naranja, amarillo, rojo... el horizonte se vuelve arco iris, y el mundo despierta... los pajarillos comienzan a piar en sus nidos, reclamando a sus padres el alimento... las hojas y las flores murmullan, se despliegan, abren sus pétalos... buscan al disco amarillo, que da luz, calor... que da vida.
El mundo despierta, y ella con él.
Había dormido, como cada noche, acurrucada en las raíces de un gran árbol, sola, como siempre, desde que le alcanzaba la memoria. Había pasado miedo en noches de tormenta, miedo en noches acechadas por lobos... miedo en la oscuridad, miedo en soledad.
Su día a día era pasear por el bosque, sobrevivir con el alimento que éste generosamente le daba, bañarse en el río, disfrutar del sol, ayudar a algún animalillo herido... nunca había estado con nadie que fuera como ella, nadie que pueda pronunciar sonidos como ella pronunciaba... nadie que la hubiera tocado.... y sentía que había algo dentro de ella que no estaba bien, un vacío que no sabía cómo se había provocado... que no sabía cómo llenar... y pasaban los días, y ella seguía caminando, siempre caminando, buscando algo... viviendo en su mundo del bosque.
Un día, caminando, cerca del río, encontró a otro ser como ella... bebiendo de las aguas del río... y luego vió a otro y otro... al principio estaba aterrada, no sabía cómo acercarse a ellos, si podría comunicarse con ellos, si sería bienvenida si se acercaba... temblaba como un animalillo asustado, pero aún así ese vacío que tenía dentro le empujó a acercarse... atravesó el río y se acercó al primer ser que había visto, y le extendió la mano... ese ser, completamente distinto a ella, se acercó lentamente, la rodeó mirándola, desconfiado... manteniendo las distancias... pero finalmente se paró ante ella, y le extendió la mano. Se tocaron, y ese tacto le provocó escalofríos, y algo dentro de ella comenzó a llenar ese agujero... y la boca de ese otro ser que era como ella, pero a la vez completamente distinto, emitió un sonido... algo que ella entendía, y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro, bañando una sonrisa...
Ya no volvió a estar sola, pasaba el día con los nuevos seres que había conocido, les ayudaba, les guiaba por el bosque, y algo más comenzó a rellenar aquel inmenso vacío... sentía algo que no había sentido nunca, que ya no estaba sola, algo que le calentaba el pecho cuando veía a sus nuevos compañeros... algo que le daba alegría...
Vivía con ellos en una gran cueva, el gran refugio, que los protegía de la noche, del viento, de la tormenta, de los peligros, de la oscuridad... era cálido y había espacio para todos... ya no sentía tanto el vacío... pero había días en que algo volvía a pinchar en su pecho, impidiéndole respirar... no sabía que era, ya no estaba asustada, ya no estaba sola en la noche, en la oscuridad, bajo la tormenta...
Y su vida de andar por el bosque, día a día caminando, se perdió, y día a día la rutina envolvió su vida... levantarse, recolectar comida, comer, dormir... estaba perdiendo la luz que tenía en el bosque, el ansia de explorar, de conocer, de aprender, de caminar... y miraba a su alrededor, y aún rodeada de gente, se sentía sola... una soledad distinta a la del bosque, un silencio abrumador, como rocas que se despeñan montaña abajo, atronadoras... pero el refugio era seguro, y aún tenía parte de esa calidez que había sentido al no estar sola, al encontrar seres que eran como ella... qué otra opción había? volver sola al bosque? siempre había estado sola... y el miedo volvió a roer sus huesos y su ánimo... pero cada día miraba con mayor ansia el camino que salía del refugio, y seguía montaña arriba, un camino dorado bañado por el sol... un camino que se perdía entre los árboles, un camino que se alejaba del refugio... y día a día su mirada se perdía en él, junto con su espíritu, que empezaba a volar alto, libre, sobre los árboles... y lo que quedaba de ella en el refugio comenzó a no ser más que una sombra de sí misma, una cáscara vacía...
Durante el día sus ojos se perdían en la montaña, durante la noche su espíritu volaba con las estrellas... y día a día se consumía...
Una noche de luna llena, en que el camino brillaba al pie del refugio, subiendo por la montaña como una estela plateada... alcanzando las estrellas, ella se durmió y su espíritu voló, a lo alto, siguiendo la estela plateada de la dama blanca... y nunca volvió.

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