Enfrentamiento o huida

15 octubre 2008


Hay gente que tiene el "don" de hacer que nos sintamos minúsculos, insignificantes... y ante eso reaccionamos tal y como nos da a entender nuestro instinto: o huímos, con la consecuencias de que no nos enfrentamos a lo que nos atemoriza, y además, en un rizar el rizo inútil, la huida nos hace sentir aún más insignificantes y cobardes. Y por ende, le damos a la persona que nos causa ese sentimiento un poder que, simplemente, no tiene.

La otra opción es enfrentarnos a esa persona: ponernos una coraza y plantar cara, luchar por nuestras creencias, sentimientos... partiendo de la base de que la otra persona está en todo su derecho de pensar o sentir como quiera, siempre y cuando acepte las mismas condiciones para tí.

El problema de esta opción es que a veces, al ponernos esa coraza, luego no somos capaces de quitárnosla... y te encierras en un mundo de seguridad, en una cajita de cristal desde la que observas el mundo creyendo que éste no te hará nunca más daño, pues estás seguro con tu coraza... pero esa coraza también aísla, no te deja darte ni sentirte cercano al resto de la gente, no te abres... y la coraza acaba pesándote cada día más, pues cada día es más importante para tí.

Realmente ninguna de las dos opciones así planteadas es válida: a veces no hay que huir, pero sí dar un paso atrás para ver todo el paisaje y tomar las cosas con perspectiva.... y a veces hay que luchar, pero sin coraza, enfrentándose cara a cara y a pecho descubierto, porque si salimos heridos, saldremos más fuertes, y con un aprendizaje a nuestras espaldas... orgullosos de enfrentarnos a lo que nos atemorizaba o dolía... pero libres de miedos.

Yo soy libre, me enfrento al miedo... soy el Dragón...

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